Escuchaba una canción de Gloria Estefan, no sé cómo se llama pero es música bailable. Fue extraño, pues me encontraba en una pequeña casa que, al parecer, acababa de comprar con mi crédito Infonavit. Me mostré preocupado por el descuento que vería reflejado en mi nómina, y me preguntaba constantemente si podría solventar esta inversión. Pero una vez que salí de ahí, me puse a bailar como un loco.
Regreso a clases. Recuerdo haber sido muy popular. Entre clase y clase, un compañero de nombre Agustín me convidó de su comida. Era una torta de bistec, muy rica por cierto, pero bastante llenadora.
Hubo una pelea deportiva entre dos personas. Uno de ellos ya tenía sobrada experiencia en este tipo de eventos, así que se nos hizo un poco desigual el encuentro. Ignoro el resultado final.
Una pareja de jóvenes me miraban con frecuencia. Esto lo comenté a una compañera, no sé si era mi novia. Me dice: "¡Obvio que te van a mirar, pues siempre les hablo de ti!".
Mientras intentaba dormir entonando el Padre Nuestro, unos jóvenes a mi lado repetían cada una de las frases. Pero cuando así lo hacían sus rostros se transformaban en seres terroríficos. Eran demonios, pensé yo. Y en efecto, no me equivocaba.
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